domingo, 3 de enero de 2016

¿Cómo vivimos sin perdonar?

Cuando nos sucedió algo que no nos gustó o no nos gusta, o cuando alguien nos hizo o hace algo malo, nuestra alma genera emociones negativas como:

  • Bronca
  • Ira
  • Tristeza
  • Dolor
  • Infelicidad
  • Frustración
Frente a estos solemos decir palabras feas, desagradables y nos enroscamos en esa situación una y otra vez, atándonos e inmobilizándome por esos sentimientos.

La falta de perdón te envejece, entristece, debilita tus huesos, es una verdad que aunque no se ve, tu cuerpo la percibe y la transforma en enfermedad a través del tiempo.

Las personas enojadas quieren contagiar esa atmósfera, NO toleran ver al otro feliz y por eso viven recordando el pasado en todo momento, lo que le hicieron o les dijeron. Esta gente siempre camina enojada, frustrada. Son aquellos que sacan "los trapitos al sol" y eso hace que cada día se amarguen más porque la falta de perdón produce ese tipo de amargura que llega a convertirse en una raíz profunda.

Una persona que vive en un permanente estado de amargura es una persona que no ha podido perdonar un hecho negativo que en algún momento atravesó.

Otros viven amargados a causa de sus propios errores y sus consecuencias. Pueden tener una familia bien constituida, una situación financiera o social buena y no ser realmente felices.
Hay personas que dicen y afirman yo no puedo perdonar.

La falta de perdón nos convierte en prisioneros del dolor y del resentimiento, pero el perdón es una llave que nos ayuda a liberarnos.

Hay un párrafo del capítulo V del libro "El Principito" de Antoine de Saint Exupéry que nos lleva a pensar sobre esas amarguras, vamos a leer el pasaje y a pensar en el mismo:

"... Al tercer día me enteré del drama de los baobabs.
Fue gracias al cordero, pues el principito me interrogó bruscamente como asaltado por una grave duda:
- ¿Es verdad, no es cierto, que a los corderos les gusta comer arbustos?
- Si, es verdad.
- ¡Ah! ¡Qué contento estoy!
No comprendí por qué era tan importante que los corderos comiesen arbustos. Pero el principito agregó:
-¿De manera que comen también boababs?
Hice notar al principito que los boababs no son arbustos, son árboles grandes como iglesias y que aún si llevara con él toda una tropa de elefantes, la tropa no acabaría con un solo boabab.
El observó sabiamente:
- Los boababs, antes de crecer, comienzan por ser pequeños.
-¡Es cierto! Pero ¿por qué quieres que tus corderos coman boababs pequeños?
Me contesto: "Bueno..." como si ahí estuviera la prueba. Y necesité un gran esfuerzo de inteligencia para comprender por mi mismo el problema.
En efecto, en el planeta del principito, como en todos los planetas, había hierbas buenas y malas. Como resultado de buenas semillas las buenas hierbas y de malas semillas las malas. Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una de ellas se le ocurre despertarse. Entonces se estira y, tímidamente, al comienzo, crece hacia el sol una encantadora briznilla inofensiva. Si se trata de una planta mala, debe arrancarse la planta inmediatamente, en cuanto se ha podido reconocerla.
Había, pues, semillas terribles  en el planeta del principito. Eran las semillas de los boababs. El suelo del planeta esta infestado. Y si un boabab no se arranca a tiempo, invade todo el planeta. Lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y si los boababs son demasiado numerosos, lo hacen estallar. 
- Es cuestión de disciplina-, me decía más tarde el principito. Cuando uno termina de arreglarse por la mañana, debe hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs en cuanto se los distingue entre los rosales, a os que se parecen mucho cuando son muy jóvenes..."

Para ser felices tenes que arrancar toda semilla de amargura de tu corazón para poder perdonar, porque la falta de perdón es como estos boababs está para destruir tu corazón, tu vida...empezá a ver dentro tuyo qué es lo que te molesta, lo que no te gusta y anotalo en un papel, mas adelante te voy a enseñar como sacarlo de tu vida.


Material tomado de: - ERRAR ES HUMANO, PERDONAR TAMBIEN - Ana Castets
                                 - EL PRINCIPITO -  Antoine de Saint Exupéry