Esto mismo suele pasar en nuestras parejas.
Hay momentos, en que sentimos que las situaciones, las peleas
nos desbordan y así es como entramos en guerra esquivando los flechazos
causados por las palabras.
En nuestras parejas existen cosas "extranjeros"
que, si deciden quedarse a vivir dentro de nuestra relación, terminarán
generando una fortaleza difícil de derribar.
Estas son algunas de ellas:
- Acumular quejas.
Generalmente,
las mujeres solemos dejar pasar por alto las situaciones que nos molestan,
preferimos callar o tolerar para no generar un conflicto. Sin embargo, si no
hablamos a tiempo, ese silencio guardado por años, terminará enfermándonos
física y emocionalmente.
Un día, la
mujer que ha tolerado "todo"
comenzará a pasarle factura por todo lo que fue acumulando: "no estás con los chicos cuando hacen la
tarea", "me dejas poca plata", "llegas tarde y anda a saber
con quién estabas", "nunca estás cuando te necesito"…
reclamos frente a los cuales, el hombre se defenderá diciendo: "todo el día me estás exigiendo cosas",
"vengo de trabajar cansado, quiero descansar un poco y sólo me decís todos
los problemas", "todo el día me estás pidiendo y pidiendo y
pidiendo…" ella reclama, él se justifica o al revés.
Hasta que
llega un momento, en que nos damos cuenta que la situación no da para más, o
que las cosas están cada vez más complicadas. Todo se hace repetitivo e
hiriente. La comunicación es cada vez más silenciosa y como los acuerdos no
llegan, no se hablan por días o semanas, y se comunican por gestos o señas,
tratándose mutuamente, mal. Quieren
resolver pero no saben cómo…
- La crítica.
Se dicen: "mirá como
estás, siempre igual, no cambias más", "todos los días haces lo mismo
para comer", "estás nerviosa por todo", "mirá como te
vestiste". Mujeres que viven bajo la crítica de su pareja sin poder
reaccionar.
- Estar a la defensiva.
Cuando uno de los dos hace un reclamo, el otro está a la
defensiva. En vez de obtener una respuesta amable, las contestaciones son una
queja constante. Mujeres que dicen:"vos
me reclamas a mi, pero… ¿a mi cuando me toca?"
Ambos tienen la necesidad de tener la razón; la mayoría de
las discusiones son para ver quién de los dos gana.
- Desprecio.
Uno al otro se dicen:
"yo no quiero vivir más con vos, la verdad es que perdí los mejores años
de mi juventud a tu lado, no vale la pena seguir hablando".
- La actitud evasiva.
Mujeres que suelen decir: "Ahora,
no hablamos, más tarde sí", "ahora estoy cansada, no tengo ganas de
hablar". Mujeres que, todo el tiempo evaden el tener que
enfrentarse con el otro, olvidando que el otro,
no es su enemigo, sino su par.
Todas estas actitudes mencionadas desgastan no sólo a la
mujer, sino a la vida de la pareja. El hecho es, que al no estar conforme con
nosotras mismas, estaremos mal con todos los que nos rodean.
La realidad es que no somos complicadas, sólo que nuestro mal
humor, la queja, el cansancio, un rostro triste, se debe a que el rol que
estamos desempeñando no era el que habíamos soñado para nuestra vida. Las
mujeres tenemos el síndrome de la abnegación, vivimos postergándonos por los
demás, dejando los propios intereses y deseos por los hijos, por la casa, por
el esposo, por el trabajo, por todo y por todos. Cuidamos de todos menos de nosotras
mismas.
Si vos estás bien, todo lo que
te rodea estará bien.
Y en la mayoría de los casos, en lo que se refiere a la vida
de pareja, muchas mujeres prefieren no hablar, creyendo que si lo hacen
arruinarán su matrimonio.
Así es como acumulan dolor, bronca, enojo, tristeza; dejan
de cuidarse, se postergan una y otra
vez, olvidando que todo aquello que no fue resuelto de raíz y se guardó, será
motivo de una situación aún más frustrante.
El secreto no está en llevarse
perfecto sino en la actitud que tomás cuando aparece el conflicto. Cada
día, elegí ser la mejor versión de vos misma, una mujer sonriente, optimista,
con fe, y creyéndole a Dios que él está en control, avanzá frente a las
dificultades. Jugate por vos. Lo que siembres cosecharás.
Si siembras paz, cariño, buen humor, eso
mismo recibirás.
Trabajemos en nuestro interior para ser mujeres
independientes. Esto no significa que hago lo que quiero, que no respeto al
otro, sino que tengo que tener una independencia y una seguridad interior tal,
que ambas me permitan caminar en paz por la vida. Al hacerlo, podrás
relacionarte con tu pareja y con los demás, de la mejor manera y de la forma
más sana.
Cuando seas feliz con vos misma, en tu
vida personal, lo serás en tu vida de pareja.
El matrimonio tiene como objetivo llegar juntos y trabajar
unidos por un proyecto de vida, por algo en común. La familia es un equipo,
donde ambos necesitan aprender a tirar juntos hacia un mismo lugar. Además de
tus objetivos propios, ¡encuentren metas y sueños en común!
Querida mujer, aunque haya problemas, sonreír más seguido.
Recordá que Dios es más grande y
poderoso que cualquier problema que se levante. Es tiempo de dejar el rol de
mujer cien por ciento maternal, de estar
en ese rol a toda hora. Tu esposo se casó con vos porque te ama como esposa, no como mamá.
Muchos padres se cuidan de no darse besos y de decirse
palabras cariñosas frente a los chicos por temor a que los vean, sin embargo,
es bueno que ellos vean que sus padres se aman; ese, es el modelo de familia
que les estás brindando.
Todos nuestros problemas tienen solución y respuesta si le
aplicamos fe y una firme decisión de cambiar.
De todo lo que viviste, guardá lo mejor.
No te des por vencida, cree en vos y en el hombre que elegiste.
Si te gusta cocinar todos los días para tu familia, y lo
haces por propia decisión, y te sentís feliz, hacelo. ¡Se una mujer libre!. Una
mujer es libre cuando lo que hace es por
decisión y no por imposición. Y
recordá que cada vez que una mujer decide por sí misma, está siendo libre.
Tomado de Mujeres con Mayúsculas - Ana Castets