¡¡ Hola ma!, ¿todo bien? - Por fin, ¡me llamaste!
Al crecer,
muchas mujeres dejan de relacionarse con su mamá. Tal vez, se queja que no vas
seguido a verla, que desde que te casaste te olvidaste de la persona que te dio
la vida, que no te ocupas más de ella, que no te interesa saber si está bien o
necesita algo…
Si la
llamas una sola vez al día, dirá que es poco, si la llamas dos o más veces,
dirá que la estás controlando… sucede que, esta mamá, no pudo darse cuenta que
su hija creció, que tiene su propia vida, que está construyendo su propio mundo
con sus propias amigas, y esta mamá siente celos de no poder compartir esas
mismas salidas que estás haciendo con tus pares.
Quizás
tuviste una mamá que sólo se dedicó al hogar, a criar a sus hijos y hoy no
acepta ni valida el trabajo que tenés. Todo lo que haces es observado y
criticado. O una mamá dependiente que cuando vos le comentas que vas a ir al
cine con los chicos, ella te dirá de ir con ustedes. Pero vos, querías ir sola
con tus hijos para disfrutar a pleno esa salida, sólo con ellos.
O una
mamá, totalmente opuesta, que hace su vida, y en ningún momento registra que su
hija, a pesar de ser ya mayor, sigue necesitando el afecto y el mimo de su
mamá.
Las
relaciones entre madres e hijas, no siempre son sencillas. Sólo vos estás a
cargo de diseñar tu propia vida. Y ese diseño que decidas seguir, tienes que
hacerlo vos misma. La agenda que a diario vas a caminar, tienes que escribirla
vos. El modelo de mamá que serás con tus hijos está a tu cargo; con aciertos y
con errores es tuyo. Si hay errores, trataras de cambiarlo y ser la mejor mamá
que podes ser o mejor dicho, la mamá que tus hijos necesitan tener.
Seguramente,
nuestra mamá, también trató de ser la mejor mamá posible, con sus cosas muy
buenas y no tan buenas.
Lo
importante, es poder establecer un diálogo sano entre ambas y que puedan
expresarse todo lo que sienten, lo que esperan recibir, lo que les hace mal y,
todo aquello que les gustaría compartir
en esta nueva etapa de la vida.
Para ser
mujeres libres necesitamos romper con los estereotipos de mujer establecidos.
Necesitamos ser reconocidas por nosotras mismas, por nuestros sueños, por
nuestras pasiones. Cuando lo hagamos, nos sentiremos mujeres plenas, felices
con nosotras mismas y con todo aquello que
hayamos conquistado. Por cierto, cuando lo hagamos, nuestras madres no
podrán dejar de sentirse orgullosas de habernos criado y de haber sido "nuestra madre"
Si tienes
que establecer prioridades, delegar funciones, revisar los roles que cada
miembro de la familia viene desarrollando, pero podrás ser mamá, hija, esposa,
trabajadora, y también accionar en busca de tus proyectos, cada vez que puedas
contestarte a vos misma a qué modelo o a qué mandato cultural estás
respondiendo. Cuando lo hagas, con el tiempo, todo tu alrededor, al verte
feliz, cambiada y apasionada, apoyará también tu sueño.
Comienza
por descubrir tus sueños, tus metas. Ellas serán tus motivaciones para
levantarte cada mañana con el ciento por ciento de tus fuerzas. El problema
para alcanzar los anhelos de nuestro corazón no son las excusas o explicaciones
sino que no nos hemos apasionado lo suficiente.
Querida
mujer, extiéndete, no pongas estacas ni permitas que otros las coloquen. Tus
manos de mujer pueden administrar y negociar todo aquello que llegue a tu vida.
Querida
mujer, sos la dueña de tu propia vida. Por eso, con una voz firme y de
autoridad, la misma que Dios te ha dado, declara bendición, éxito, salud y
prosperidad sobre tu vida.
Y te
aseguro que esta declaración de vida será escuchada por todos y cuando llegue a
sus oídos, dirán: ¡Ésta sí, que es una Mujer con
Mayúscula!
Tomado de
Mujeres con Mayúscula - Ana Castets / Inteligencia Emocional